martes, 29 de mayo de 2007

Un Socialismo para el Siglo XXI

Para facilitar las cosas denominaremos socialismo al conjunto de doctrinas y movimientos que están orientados a la transformación de la sociedad para realizar la justicia en las estructuras económicas, políticas y, sobre todo, sociales. Este ideal de justicia se sustenta en una práctica basada en la búsqueda de igualdad entre los integrantes de la sociedad a travéz de la supresión de los privilegios de clase. En este sentido, para el socialismo es necesario hacer prevalecer los intereses de la comunidad sobre las expectativas de ganancia de los individuos y garantizar la igualdad jurídica, social y económica de los integrantes de la colectividad.
Históricamente las ideas socialistas se han difundido para designar los principios inspiradores del movimiento obrero.
En un principio el socialismo se expresaba en una serie de teorías que, aun cuando describían muy realistamente los males que derivaban de las desigualdades producidas por la sociedad capitalista, señalaban de manera muchas veces abstracta o "utópica" los posibles remedios. Esta doctrina socialista derivó de las ideas del igualitarismo y del utopismo que se desarrollaron a partir de la Revolución francesa. Así, durante el siglo XIX el socialismo agrupaba a un conjunto de doctrinas que se oponían al individualismo característico de la teoría económica clásica y que proponían una mayor injerencia del Estado en la economía como único mecanismo para garantizar la justicia social. En Inglaterra, Robert Owen intentó traducir un ideal abstracto de rescate social en un auténtico programa político, mientras que, en Francia, Charles Fourier y Saint- Simon propusieron formas asociativas y cooperativas entre capital y trabajo y entre asociaciones de solidaridad y de reivindicación social. También habían otras propuestas de reorganización revolucionaria que eran más directamente políticas, como la de Auguste Blanqui, quien acentuaba la autogestión en el proceso productivo.
Polemizando con estas interpretaciones, Karl Marx desarrolla su teoría acerca del socialismo sobre bases denominadas "científicas" a través del estudio de las contradicciones internas del capitalismo y de la actividad de organización y unificación del proletariado. Es así como aparece la distinción prototípica entre socialismo utópico y socialismo científico. A mi parecer, el primero construye un modelo de sociedad socialista como un ideal sin comprometerse en la búsqueda de los instrumentos políticos necesarios para edificarla. Por el contrario, el socialismo científico abandona las dimensiones morales, humanísticas y utópicas de las formulaciones precedentes para desarrollar una profunda crítica a la sociedad capitalista, así como de sus procesos evolutivos.
A partir de la literatura revisada en donde se discute el tema de la redefinición del campo programático del socialismo en una lógica democrática, es que considero que es justamente el problema de la igualdad entre los hombres el núcleo teórico central por el cual debemos luchar siempre.
Para el Socialismo resultan fundamentales las diversas actitudes existentes en relación con el problema de la igualdad social, el cual constituye a mi parecer el criterio básico que permite diferenciar entre las posiciones de izquierda y derecha. No creo que sea pretendiendo una sociedad igualitarista a ultranza, ni tampoco asumiendo las desigualdades como un elemento estructural de cualquier tipo de sociedad y de política, como lograremos desarrollar un nuevo proyecto socialista (sin caer en progresismos). La posibilidad de una sociedad equitativa sólo se encuentra en la democracia, un régimen político que reconoce las diferencias que existen entre los grupos. Y para que el ideal de la igualdad social pueda convertirse en una realidad de nuestras sociedades, el único camino es ir ampliando progresivamente la igualdad política democrática. Es más, la democracia social continúa siendo una aspiración para la creación de una sociedad universal de ciudadanos como la proyectada por Kant.

Creo que la principal importancia de los sucesos derivados de la caída del muro de Berlin en 1989, y el derrumbe de los llamados "socialismos reales" (que no eran más que capitalismos de Estado), radica en que este proyecto representaba el símbolo más importante de la realización política que impulsaba el socialismo tradicional. Claro, el socialismo histórico fracasó, sin embargo los problemas aún permanecen, y son justamente los problemas de justicia social que la utopía comunista había considerado que tenían solución. Sobre la actual crisis del socialismo, el cientísta político Norberto Bobbio ofrece una aguda reflexión; "la dramaticidad sin precedentes de estos eventos está en el hecho de que ocurrió la crisis de un régimen o la derrota de una potencia invencible. Ocurrió lo contrario, en forma que parece irreversible: la transformación total de una utopía, de las más grande utopía política de la historia (exeptuando la utopía religiosa) en su exacto contrario; (esta utopía) empujó a enteras masas de desheredados a la acción violenta, induciendo a hombres de alto valor moral al sacrificio de la propia vida y a afrontar la prisión, el exilio y los campos de exterminio".
En la actualidad, ninguno de los grandes problemas sociales y políticos para los que el socialismo se ofrecía como alternativa ha encontrado solución. El socialismo representa una ideología de la transformación radical de una sociedad considerada opresiva e injusta.
El socialismo de hoy debe contextualizar sus bases doctrinarias. Por ningún motivo debe caer en los peligrosos revisionismos que ya conocemos, sobretodo con sus vertientes más renovadas. Nuestros principios son los mismos. El capitalismo se ha transformado y nosotros debemos proponer nuevas herramientas para interpretarlo. Sin embargo lo más importante de socialismo que estamos construyendo es que ya tenemos claro lo que NO queremos ser. Y a partir de esto el camino que nos estamos forjando va cobrando cada vez más sentido.


Salvador Muñoz Kochansky
Presidente JS LA REINA

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Espero que el “camino que estamos forjando” se sustente en una sólida amalgama de ideas y pensamiento crítico, sentimientos y subjetividades entrelazadas, realidad –desde la óptica de los más desposeídos- y utopía –que nos permita mirar al horizonte y esbozar una sonrisa, más que por un devenir incierto por la certeza de un presente en eterna construcción-. Hemos dado pasos en esta dirección pero aún tímidos y dubitativos. Talvez hemos sólo abierto una puerta, o quizá una pequeña ventana. Ahora resta que nos decidamos a transitar a través de ella, hacia el “eterno presente”, donde la utopía crece firmemente enraizada y aferrada a la realidad, y se nutre de ella, y se adapta, y se transforma constantemente, en sincronía y armonía con las necesidades sociales. Si algo hemos aprendido de la historia, a mí entender, es que no podemos estructurar pensamiento y acción teniendo como sustento un discurso teleológico rígido, monolítico, incapaz de mutar a la par de los vertiginosos vaivenes de la sociedad.
Salvador ilumina un posible sendero a seguir –de muchos existentes- para la creación de esta materia prima que permita “forjar nuestro camino”. Este sendero pasa por la reflexión profunda que emerge gracias a la palabra escrita, floración verbal que enriquece la materia y consolida la amalgama socialista.